sábado, 5 de enero de 2019

EPÍLOGO

Silencio y palabras deshechas. Soy Nadie en medio de la Nada. Mi silencio me escuchó, mi corazón sigue latiendo. Veo pasar la vida a través de sombras y voces que no reconozco. Postrada en mi cama he perdido la noción del tiempo, mano en garra y apretada, mi cuerpo anestesiado como larva esperando su catarsis. Salto al vacío y me sumerjo en los recónditos rincones de mi cabeza buscando aquello que no hallo. Resuenan en mi mente melodías agradables como mariposas de colores. Me veo joven, mujer fuerte y amorosa, pero sin nombre…Mielina también es mujer, sensual y devastadora cuando te abandona. Laberintos y ecos sucumben bajo mis pies. Ese túnel interminable por el que me deslizo donde me reencuentro con esos pocos recuerdos que parecen espías y apenas se dejan ver. Ya no soy dueña de mis pensamientos pero siento, vibro y observo mi mundo tan limitado. Mi piel me conecta con lo efímero, sensaciones indescriptibles, neuronas inconexas que se apagan poco a poco. Soy náufraga de mi ayer. Hoy me entrego a la Nada, al Vacío y a la Eternidad. Hoy vuelvo a ser Yo: niña, mujer, amante, madre. Como las nubes, no conozco mi rumbo, confío en el viento y me dejo fluir entregándome a mi Espíritu. Se desvanecen esos rostros que tanto amé, esas manos que acaricié, ecos de vivencias perdidas en las brumas de mi memoria. Hoy es el día. Sin miedo alzo mi vuelo y rozo el infinito con la punta de mis dedos. Fractal neuronal, cortocircuito en mi reloj que me mira de reojo. Oigo susurros, alguien llora pero mi cuerpo inerte ya descansa.

Relato presentado en el "I CONCURSO DE RELATO BREVE SOBRE ALZHEIMER". Hospital La Ribera.

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