el cielo se oscurece,pero ya no me asustan las sombras.
Voy caminando y los relámpagos sacuden mi interior,
iluminando esa oscuridad repentina.
El final del verano despunta.
Inestabilidad,remolinos de viento,chaparrones imprevisibles
que no me dan tiempo a esconderme o buscar refugio.
El cielo parece partirse,
ruge y clama calma a la vez.
La borrasca etérea, esa nube que ennegrece
hace que esas tímidas gotas que empiezan a caer
sean atisbo de que el otoño está queriendo entrar.
Y permito a la lluvia que me moje,que me limpie,que me bendiga
y que me impregne el poder sanador de la tormenta.
Así me siento,revuelta pero calma,
entre relámpagos,truenos y existencia
que revelan el poder de todo aquello que hay que dejar ir.
