martes, 14 de octubre de 2014

VIDA Y MUERTE

De pie, junto al acantilado, acariciada por el viento gélido del mar, la espera. Está preparada…Cuando inició su viaje sabía que éste iba a ser un viaje sin final, un pórtico abierto a la vida, al amor…Ella fue su fiel compañera, pero la ignoró…
Despreocupada, con su bordón en la mano, relajada y sonriente. Sin miedo, su alma la espera, pero por su espalda le recorre una extraña sensación, un dèja vu.
En todo este tiempo, su dolor le impedía mirarla a la cara y reconciliarse con ella. La azotó tres veces, tres veces vio como un cuervo negro la rondaba. Cómo el tiempo corre y se le escapa con la razón nublada, sin encontrar respuestas a todos sus por qués!
Recorrió un largo camino, descubrió en su soledad y en su silencio toda la fuerza para enfrentarla.
Las noches eran largas y oscuras, las sombras iban mermando su luz interior. Su espíritu fugitivo vagaba, la luna era su mejor aliada y las estrellas, sus guías. Su andar era lento, contemplativo…y la sombra la seguía. Se le antojaba tan fugaz la vida!
Fue trazando su mapa emocional, venciendo sus miedos, luchando contra su ego mientras en su corazón llovía y temió enloquecer.
Cada anochecer, sus manos frías buscaban el calor del fuego protector y purificador. Cuando el sueño la vencía, el ulular del búho y los aullidos de los lobos, eran los guardianes de su reposo.
Ella le susurraba: “Quiero tu aliento!, Dame tu fuerza!”
Fue una larga travesía de lo que pudo ser y no fue…
Logró vaciarse, desprenderse de la transitoriedad de la existencia, de la noche sin tiempo. Conectó con el núcleo de sus energías liberadoras, con el dolor de la tristeza. Se sintió bailando y cantando en medio de una tormenta, vibrando caóticamente. Su cuerpo volvía  a ser flexible, elástico y se bañó en las heladas aguas del río: limpió y santificó su alma, abrazando su catarsis curativa esencial para poder a ser en paz, a sentir, sin pasado ni futuro. Sólo ser en el presente, en cada instante soltarse y dejarse fluir con la vida…
Mientras Ella conectaba con su ritual, la Otra la contemplaba, absorta ante su fracaso. La voz de Ella era tan potente y extática que, en ese instante, comprendió que debía abandonar su gesta. Pero no fue una despedida, sino, un hasta luego.
Ella permaneció firme, pero libre de inercia; relajada, pero segura con amabilidad hacia a ella misma, con alegría sanadora…El sol asomaba tímido entre la bruma oceánica y percibió cómo un cuervo desvanecía su vuelo en el horizonte. Se sentía como una diosa…
Vida y Muerte, siendo dos y queriendo ser una!...Vida que lleva a la Muerte y Muerte que nos arranca la Vida

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